Cada vez que te tengo by Noa Alférez

Cada vez que te tengo by Noa Alférez

autor:Noa Alférez [Alférez, Noa]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2023-11-23T00:00:00+00:00


* * *

Allison odiaba los días así. El cielo sobre su cabeza mostraba un color plomizo por las nubes altas que impedían que luciera el sol, haciendo que el ambiente estuviese cargado de una energía extraña, pero no parecía que fuese a llover. Le gustaban los días soleados o los lluviosos, en los que pasaba horas junto a su ventana viendo cómo las ramas de los árboles se doblegaban por el peso del agua. Sin embargo, odiaba sobremanera el tiempo ambiguo que no la dejaba disfrutar ni de una cosa ni de otra. Le resultaban tristes y su estado de ánimo se contagiaba fácilmente de la tristeza. Que el doctor Simpson le hubiera mandado una nota a primera hora de la mañana para informarla de que ese día la dejaría descansar para que su pierna no acusara el excesivo esfuerzo del día anterior la había puesto de peor humor si cabe. «Cobarde». Ojalá hubiera podido gritarlo con todas sus fuerzas, pero debía limitarse a morderse la lengua y a maldecirlo en silencio. A ella también le costaba trabajo asumir que había estado a punto de entregarse a él en su jardín, y que habían traspasado los límites de la decencia y la moral. Era su médico, entendía que se sintiese confundido y sobrepasado, pero ella no le había pedido nada, no esperaba nada. Ninguno lo había buscado, simplemente había ocurrido, pero era lo bastante madura para comportarse como si nada hubiera sucedido entre ellos.

Se inclinó hacia delante y levantó su falda. La almohadilla que protegía su pierna del roce metálico de la bota ortopédica se había desplazado en algún momento del día anterior y le había producido una ampolla. Aunque no era grave resultaba muy doloroso y esperaba que no se infectase o supondría un nuevo parón en su recuperación. A lo mejor Simpson había tenido razón en concederle un descanso, debía darle tiempo a su pierna a adaptarse. En cuanto Casandra fuese a visitarla le pediría alguno de sus remedios para las heridas. Mientras tanto tendría que entretenerse en algo. Había intentado dibujar, pero no lograba encontrar la inspiración. Recordó cuando su única ocupación era sentarse en soledad y mirar el trascurrir de las horas a través de la ventana. Se había acostumbrado a abstraerse y mantenerse alejaba de lo que la rodeaba. Es esos momentos en los que la tristeza lo había impregnado todo había aprendido a no necesitar nada ni a nadie, de hecho, se había esforzado para apartar a todos de su lado. Todavía quedaba mucho para ser la Allison que habitaba su cuerpo antes de la muerte de Charles; en realidad esa chica alegre, un poco caprichosa e impulsiva había quedado sepultada por toneladas de dolor y lágrimas. No volvería. Aquella chica no volvería. Pero al menos ahora despertar cada mañana no dolía. No podía asegurar que eso fuese felicidad, pero tal vez algún día podría afrontar un nuevo amanecer con una sonrisa. Rebuscó entre los papeles de su escritorio y encontró el paquete envuelto que contenía los pliegos perfumados que Simpson le había regalado cuando acudieron al mercado.



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